... Lo apuntado a la amistad hay que trasladarlo con mucha más razón al matrimonio. ¿No es el matrimonio la unión de dos personas de por vida? ¡Dios santo, qué divorcios habría, o algo peor, si la diaria intimidad doméstica de marido y mujer no se sostuviera y alimentara gracias a la adulación, lisonjas, tolerancias, astucias y fingimientos! ¿Creen que si el novio investigase cautamente a qué clase de juegos se había entregado esa muchachita, al parecer tan educada y decente, antes de casarse, habría matrimonio? Y ¿piensan que permanecerían unidos muchos de ellos si muchas de las aventuras de las mujeresn no quedaran ocultas por el descuido estúpido de sus maridos?
Efectivamente, a la estupidez todo se le atribuye. Y además debemos reconocerle que, gracias a ella, la esposa sea atrativa al marido y éste a su mujer, la casa se mantenga tranquila y haya armonía. Es centro de risa y burla, se le llama cornudo, ciervo y qué se yo cuántas cosas más, mientras bebe las lágrimas de la muy puta. Pero ¿no es mejor y más felíz vivir así engañado que sufrir unos permanentes celos que todo lo revuelven y lo exageran?
Erasmo de Rotterdam: Elogio de la locura.-- Buenos Aires: Gradfico, 2004 (Pensadores Universales), p.34
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